sábado, 3 de noviembre de 2012

Rumi Maqui, líder de rebeliones indígenas en Puno, fue metodista


Destacados historiadores peruanos, como Jorge Basadre, en su monumental Historia de la República, así como Alberto Flores Galindo y Manuel Burga en Apogeo y Crisis de la República Aristocrática, han resaltado el impacto de las rebeliones indígenas encabezadas por el sargento mayor del ejército peruano, Teodomiro Gutiérrez, más conocido como Rumi Maqui (Mano de Piedra), en Azángaro, Huancané y Puno, en 1915.  La intención era restaurar el Tawantinsuyo.
   De Rumi Maqui se conoce también que fue juez militar en Cajamarca, subprefecto en Huancayo, comisionado del gobierno de Billinghurst en el departamento de Puno, pero muy pocos han registrado su vinculación con la Iglesia Metodista Episcopal desde 1906, siete años antes de liderar las rebeliones indígenas en Puno.

El sociólogo Tomás Gutiérrez, editor de la revista Época en la década de los 90, del siglo pasado, fue el primero en llamar la atención sobre este dato desconocido  de la vida de Rumi Maqui. En efecto, este célebre personaje asistía a la Iglesia Metodista Episcopal de Huancayo en 1906 y ocho años más tarde, el 27 de diciembre de 1914,  fue recibido como miembro de la Iglesia Metodista Episcopal de Lima.

Para conocimiento de la comunidad evangélica, entregamos el mensaje que  Rumi Maqui pronunció en dicho acto.  Esta breve alocución  fue publicada en la revista oficial de la Iglesia Metodista Episcopal El Mensajero, Año 1, No. 2, enero de 1915, pag. 14-15.

Historiadores de nuestras iglesias deberían seguir los pasos de Rumi Maqui y analizar cómo influyó en la formación de líderes indígenas y los vinculó con las luchas por las reivindicaciones sociales encabezadas por la Asociación Pro-Indígena a finales de la década de 1910.

Ver foto de Rumi Maqui con el uniforme del Ejército y otra foto de evangélicos indigenistas involucrados en las luchas sociales en Concepción (Junín) de 1917).   FO).


 
 


Evangélicos indigenistas de Concepción (Junín), 1917.


DISCURSO DE RUMI MAQUI
En el acto de su solemne recepción pronunció el siguiente discurso:

Querido Pastor, queridos hermanos:

Hace ocho años que asisto a las iglesias evangelistas habiendo sido la de Huancayo en 1906 la primera que concurrí, cuyo pastor era el Rev. Adolfo Vásquez.

Mi asistencia a ella ha sido intermitente, a pesar mío, por razón de los empleos que he desempeñado en algunos puntos de la República; y cuando el tiempo me lo ha permitido he procurado ser asiduo en mi concurrencia a las reuniones celebradas en este templo y en el Callao.

Ha pasado en verdad mucho tiempo para la determinación que adopto hoy de ingresar al seno de esta comunidad religiosa como miembro suyo; pero creo que el tiempo transcurrido, y el que le ha precedido en el  curso de mi vida, en que he visto llegar al colmo el relajamiento, la inmoralidad y la vida licenciosa de los llamados Ministros de Jesucristo, el pernicioso y corruptor ejemplo que dan a los pueblos, a quienes tanto daño hacen particularmente en el orden moral; en el tiempo transcurrido, repito, he podido establecer el contraste, y él no ha hecho sino llevar a mi ánimo el profundo convencimiento de la bondad, moralidad y pureza de la enseñanza en la Iglesia Metodista de la verdadera doctrina de Jesucristo conforme al texto del gran libro de las más puras y sabias enseñanzas: La Biblia.

Y penetrado hasta donde lo permite mi pequeña inteligencia que es aquí donde se alcanza a comprender el verdadero espíritu del cristianismo, donde se practican las puras doctrinas del Salvador, donde puedo uno expandir su espíritu en un ambiente de moralidad enseñada y difundida con el ejemplo; penetrado repito  de estas hermosas y halagadoras verdades y hecha puede decirse mi profesión de fe, no quiero que pase un día más sin ser, queridos hermanos, uno de los vuestros.
Y lo hago con el pleno convencimiento de que procedo ajustado a mi conciencia que está hecha, que está formada con el estudio, la observación y la experiencia de mucho tiempo.

De hoy en adelante seré el grano de arena que entre en la edificación de nuestra iglesias que ojalá abarque en no muy lejano tiempo los ámbitos del mundo y al ingresar gozoso a vuestro seno hago los más fervientes votos al Ser Supremo para que extienda su gracia a todos los que hoy viven sumidos en la más grosera superstición, en la ignorancia y en el oscurantismo, a fin de que abran sus ojos a la luz bienhechora, fecundante y civilizadora del Evangelio.



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